Cuentos y Relatos Metafísicos
* * *

    Como cada noche, Benjamín se mete en su camita y recita su oración preferida:

    «Hola Dios, estoy muy contento. Dime muchas cosas que quiero aprender y ahora no sé porque soy pequeño. Deseo recordarlas todas, todas, y cuando sea mayor entenderlas muy bien. Gracias Dios, te quiero mucho».

    Luego cierra los ojitos y se deja mecer por un suave balanceo…

    Y va por el aire y vuela por encima de montañas y mares…

    Otras veces simplemente aparece en el lugar que esa noche visita.

    Y llega al sitio exacto que necesita.

    Después escucha…

    … Escucha la voz de su hermano mayor Imanol, y sabe que le acompañará, como siempre, en este viaje. También siente muy cerca a Papá y a Mamá y, aunque no les puede ver ni oír, sabe que estarán a su lado.

    Entonces Ben, viendo que todo es perfecto, piensa satisfecho: «Sí, quiero seguir».  

…

    — «Long Island, Nueva York»,  responde la Voz de Imanol a la muda pregunta. «Una enorme isla, la más grande de los Estados Unidos continentales. Desde el año 1964 en su costa norte se encuentra el Foco central de Shamballa, el Corazón Espiritual de nuestro planeta».

    — «Pero yo estuve en Shamballa... y no la recuerdo así…». Esa espectacular grandeza que se abre ante sus ojos es sencillamente diferente al también fascinante paraíso que en las otras dos ocasiones visitara. 

      — «Tú acudiste a las Memorias del anclaje energético que se conserva en Asia, sobre el Desierto de Gobi, donde estaba situada hasta hace muy poco. Millones de años atrás, cuando aún no era un desierto, se erigió allí como la más bella ciudad que haya sido conocida sobre la Tierra».  

    A su mente acude la variedad multicolor de los Templos y jardines, y la gran cúpula dorada del Templo principal. Recuerda el rico portón de este Templo, y cómo junto a él se encontraba un jarrón que siempre mostraba la flor preferida de la persona que fuera entrando; a su lado, un vaso de oro se llenaba de un exquisito elixir ofrecido a todo el que entraba. 

      — « ¿Sabías que fue una réplica exacta de otra Shamballa, la Ciudad del Sol?; una ciudad muy, muy lejana, fuera de nuestro Planeta, y que es el Hogar de Aquél que un día vino para ayudarnos hace muchos millones de años, cuando la Tierra lo necesitaba tanto. Por eso quiso recrearla aquí y establecer Su Sede en Ella».  

    — «El Señor del Mundo», afirma inexplicablemente Ben.

La serena Voz de Imanol se deja sentir:

  — «Sí. Sanat Kumara; el Señor del Mundo de entonces y que ha seguido siéndolo hasta hace muy poquito. Actualmente otro maravilloso Ser ocupa ese Cargo».

     — « ¿Y qué hace ahora Sanat Kumara?», pregunta el niño.

     — «Cuando una persona de la Tierra consiguió convertirse en un Ser de Luz tan Amoroso y Grande como para cuidarla todita, Él pudo regresar por fin a Su Casa». 

      — « ¿Ya no está con nosotros? ».  

      — « ¡Oh, sí! Aunque en el día de Año Nuevo de 1956 traspasó parte de Sus Poderes al actual Señor del Mundo, al Señor Gautama, Él continúa en nuestra atmósfera como Regente del Planeta. ¡Nos Ama tanto! Pero ahora, más libre, puede visitar a menudo Venus, Su Querido Hogar, donde se encuentra esa radiante Ciudad Eterna de Luz». 

       Satisfecho de que hubiera podido volver a Su Casa, Ben asiente. « ¡Fue tan Bueno al venir desde tan lejos sólo para ayudarnos…!», susurra.  

      — «Antaño», continúa Imanol, «Shamballa se edificó en la zona del mar de Gobi. Pero entonces las personas de la Tierra aún no estaban preparadas para algo tan magnífico, y por tres veces fue destruida; finalmente, se optó por elevarla al ámbito etérico…».

  — «Etérico… Eso es lo que no se ve normalmente, ¿verdad? », interrumpe Ben.

     — «Efectivamente. Todavía permanece allí Su copia etérica. Algún día estaremos lo suficientemente preparados para que pueda ser bajada de nuevo al mundo físico. Fíjate, los Maestros de Sabiduría dicen que todavía hoy se puede ver entre las arenas del desierto los restos del puente de acceso a la isla». 

       — « ¡Ah!, ¡el puente!». Y con una sonrisa rememora aquél bellísimo puente de mármol blanco con angelitos de oro cincelados en la balaustrada. 

       — « ¿Ahora Shamballa está aquí, en Nueva York? Creo que no se parece a la otra…».

        — «Cierto. Verás, ésta no es una reproducción de la Ciudad del Sol de Venus. Sin embargo, igualmente lleva impresa la majestuosidad del Eterno. Regio y espectacular, este complejo de edificios, esta enorme Ciudad de Dios, conforma el centro neurálgico de la Actividad Espiritual del Planeta. Cuando te acerques más lo comprenderás». 

       Resplandeciente de Luz y Dinamismo, entre hilos Musicales y Doradas Fragancias, apenas distingue la equilibrada silueta de los Templos y avenidas, de los lagos y jardines. Un Entendimiento superior le invade prendido en esas oleadas danzantes de Sonido, Perfume y Color. El niño escucha a su Hermano, mientras recrea dentro de sí la ´experiencia´ de todo cuanto le va narrando.  

         Y con profundo Amor apunta:

    — «Con el tiempo llegaremos a recordar…, a comprender más…».

        — «Ima, ¿y ahora dónde vive el nuevo Señor del Mundo?».

   — «Desde que el Señor Gautama pidiera permiso para rehabilitar el Poder de este antiguo Foco Magnético y ubicar aquí Shamballa, ésta es Su Residencia oficial». 

       — « ¡Y se lo dieron! », aplaude regocijado Ben. 

        Es tanta información, tanta novedad… ¡todo tan desconocido y familiar a la vez! Recuerdos y narraciones se mezclan. ¿Cuánto le queda por descubrir? ¿Y cuánto conoce en verdad? 

    Su mente abraza ya el albor de la mañana entrando en su dormitorio, y hacia allá se desliza en serena intimidad…

… 

EPÍLOGO

    Sus manitas frotando sus ojos le devuelven a la clara luz de la mañana.

    Ahora, enseguidita, vendrán a despertarle.

    De nuevo sentirá el amor de papá y mamá, y estará con Imanol que siempre le ayuda y juega con él, y hará muchas cosas divertidas.

    Y viendo que todo es perfecto, piensa satisfecho:

    «Sí, quiero seguir».