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Más abajo tienes un VÍDEO con imágenes del cuento escrito

fundidas en una bellísima música


La historia, fotografía e imágenes y el correspondiente vídeo han sido creados por María José Moreno

Primera Narración de la Colección «Viajes de Ben»

La música del Vídeo pertenece al espléndido compositor Juan Carlos García

 

1ºViaje. Éste es un cuento para ser leído y contado a los niños a partir de los cinco años. Es para ser leído por niños mayores... y también por adultos.


***

Ben Viaja… al Lago de Llama Violeta [1º Viaje]


INTRODUCCIÓN :  BEN  VIAJA

     Cada noche Benjamín se mete en su camita de color blanco, que tiene una hermosa flor tallada en la cabecera, y recita su oración preferida:

    «Hola Dios, estoy muy contento. Dime muchas cosas que quiero aprender y ahora no sé porque soy pequeño. Deseo recordarlas todas, todas, y cuando sea mayor entenderlas muy bien. Gracias Dios, te quiero mucho».

    Luego cierra los ojitos y se deja mecer por un suave balanceo que pronto le hace flotar, y volar, y, por fin, subir tan rápido por el cielo como si fuera un cohete.

    A veces sale derechito desde la cama hacia arriba, y va por el aire y vuela por encima de montañas y mares.

    Otras veces simplemente aparece en el lugar que esa noche visita.

    En una ocasión se encontró elevándose a toda velocidad por el interior de un tubo lleno de una luz azul celeste, que le llevó al sitio exacto que necesitaba.

    Después escucha…

    … Escucha a su hermano mayor Imanol, y sabe que su voz le acompañará, como siempre, en este viaje. También siente muy cerca a Papá y a Mamá y, aunque no les puede ver ni oír, sabe que estarán a su lado visitando esos mismos lugares, y que podrá comunicarse con ellos a través de la voz de su hermano.

    Entonces Ben, viendo que todo es perfecto, piensa satisfecho: «Sí, quiero seguir».

… AL LAGO DE LLAMA VIOLETA 

    Ahora sobrevuela muchas montañas cubiertas de nieve. A Ben le gusta mirar la nieve, le gusta la luz blanca que emite. 

    — « ¿Dónde estamos?», pregunta a su hermano Imanol.

    — « ¿Sabes dónde está América? Vamos al Royal Teton, y éstas son las Montañas Rocosas».

    De pronto Ben se siente atraído por un dulce sonido que sube desde el interior de una de las montañas. Él ya conoce ese sonido, y sabe que Los Ángeles deben de andar cerca.

    — « ¡Vamos, vamos allí!, ¡quiero ir a jugar con Ellos!».  

    Apenas pronuncia éstas palabras se encuentra en un precioso prado verde con un inmenso lago en el centro. Pero… ¡¡es un lago de color violeta!!  

    — « ¡Ima!, ¡mira qué agua tan bonita!, tiene un color extraño y parece que da música».

    Realmente era un lugar especial. El aire olía muy bien a flores, en los pies se sentía la hierba suave y blandita, y aquí y allá pululaban Seres Brillantes que sonreían. 

    Alrededor del lago circular había muchísimos Ángeles, todos vestían túnicas blancas con el borde violeta. En un momento dado creyó ver unos bellísimos ojos, también de un color violeta profundo, de los cuales manaban cascadas de Luz y Amor, al tiempo que despedían el inconfundible perfume de las rosas.

     Ben escucha la calmada risa de su hermano:

    — «No es agua lo que ves; esto es un lago de Fuego».

    — «Pero nadie se metería en un fuego, y ahí veo mucha gente dentro», dice Ben perplejo. A pesar de lo cual siente un irresistible deseo de correr y bañarse también él.  

     En ese momento una mano roza desde atrás el hombro del niño. Ben se vuelve y encuentra a su lado a dos de esos Ángeles que serenamente se ofrecen a acompañarle. Su corazón salta de contento, ¡lo pasa tan bien cuando juegan juntos!

    Pero a la vez no está seguro de qué hacer. Sabe que falta poco para la Navidad, y en estas fechas  sus papás nunca le dejarían bañarse. Por otro lado eso no es realmente agua ¿verdad?

     Mira a la cara a sus nuevos Amigos y, aunque no hablan, escucha de Ellos tranquilizadoras palabras.

      Ahora es Imanol quien le dice:

   — «No te preocupes, Papá y Mamá te dejan ¡Corre, ve!».

      Y entusiasmado, entra al Gran Lago de Fuego de la mano de esos dos Amorosos Seres.  

    Una vez en su interior, Ben nota el refrescante aleteo de las Llamas de Luz y Sonido acariciando suavemente todo su cuerpecito. Parece que tuviera mil burbujas saltarinas por dentro haciendo remolinos.

    ¡Está tan feliz!

    — « ¿Para qué nos bañamos aquí?», pregunta intrigado el niño.

   De nuevo escucha dentro de su cabeza la respuesta silenciosa de sus dos Compañeros:

    — «Éste es un Fuego bueno de Misericordia y Perdón, que te hará comenzar el nuevo año con más alegría y ganas de hacer muchas cosas que te gusten».

   Aunque no entiende las palabras, de pronto recuerda el día en que rompió el frutero de cristal favorito de mamá cuando jugaba en la cocina. Fue sin querer, y papá y mamá le consolaron diciéndole que no se preocupara.

     Se acuerda muy bien del alivio que sintió, y de la promesa que se hizo a sí mismo de tener más cuidado en adelante.

     Ahora Los Ángeles le lavan cuidadosamente haciéndole cosquillitas, y cuando le sumergen la cabeza Ben se siente seguro y en paz. Dos veces más vuelven a cubrirlo por entero en este mar de Fuego violeta. Al acabar de limpiarlo se disponen a salir, aunque a Ben le gustaría quedarse otro poquito más. 

    Ya fuera del Lago, sus Luminosos Amigos le dejan en compañía de un Ángel Protector que le acoge con Amor, y le despiden con una ligera risa cantarina.

    El niño mira a su nuevo Amigo, e inmediatamente queda cautivado por su Radiante Presencia. Sin saber bien cómo, nota que es transportado, en medio de un espacio azul y sin sonido, hasta su camita.

    Tiene mucho sueño, pero se resiste a cerrar los ojos por miedo a que el Ángel se vaya de su lado. Finalmente se entrega a una sensación de satisfacción y descanso y desde su corazón Le deja marchar. Un liviano soplo de aire con un dulce repicar de campanillas le despide. 

 

EPÍLOGO

 

    Con la luz del día Ben escucha la conocida y amada voz que le saluda:

    «Buenos días, mi niño, ¿has dormido bien?»

    Abre los ojos y, ahora sí, ve a su mamá. Ahí está, sonriéndole como cada mañana y haciéndole mimitos. Y se levanta y busca a su papá, que le da un sonoro beso en la mejilla. Cuando se dispone a lavarse los dientes, su hermano Imanol le ayuda a poner la pasta dental sobre el cepillo.

    Y viendo que todo es perfecto, piensa satisfecho:

  

    «Sí, quiero seguir».  

  

FIN

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