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fundidos en una bellísima música y en hermosas imágenes


La historia, fotografía e imágenes y el correspondiente vídeo han sido creados por María José Moreno

Forma parte de un conjunto de Narraciones Independientes las unas de las otras

La música del Vídeo pertenece al espléndido compositor Juan Carlos García

 

En el instituto hemos formado un coro para la Función de Semana Santa. Hoy, en nuestro último ensayo, ha ocurrido algo extraordinario.

 

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El Coro  


  Es el último ensayo antes de la actuación. Mañana sábado estaremos sobre el escenario del Salón de Actos del instituto cantando ante todos los padres, parientes y profesores, por no hablar de la mayoría de nuestros compañeros. Los nervios más a flor de piel que nunca; cualquier fallito parece un mundo. Es por esto que los últimos días hemos incrementado la frecuencia de los ensayos.  

  Llevamos meses preparando el número y de algún modo nos sentimos listos y deseosos de que por fin pase todo. Sin embargo hoy, a menos de veinticuatro horas del gran día, lo único que anhelamos es disponer de más tiempo.   

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  Todo comenzó cuando el Director anunció que este año se iba a organizar un espectáculo como colofón del segundo trimestre, justo antes de las vacaciones de Semana Santa. La totalidad de los alumnos quedábamos convocados a participar de un modo u otro.     

  Algunos nos apuntamos para realizar una actuación; otros formaron un comité de organización; los más hábiles en manualidades se hicieron cargo del montaje y decoración, a instancias de lo elaborado por el grupo de diseño y el de producción.  

  Se decidió que el evento quedaría básicamente en manos del alumnado, aunque el Director tendría la última palabra.   

  Los profesores se ofrecieron a colaborar en lo que se les requiriera, siempre y cuando los alumnos se hicieran cargo de la responsabilidad y dirección del proceso en su conjunto.

  El Director convino en que una parte de los costes fuera sufragada por el instituto y la otra por los estudiantes. Pensó que eso nos ayudaría a apreciar la oportunidad en todas sus vertientes y que, además, contribuiría a una mayor implicación por parte de nuestros padres y de nosotros mismos.    

  El programa se presentaba variado y ameno. Estaba previsto que durara unas cuatro horas en total.

  De una forma u otra todos nos sentíamos ´actores´ y espectadores a la vez, dábamos y recibíamos. Incluso los padres y familiares que acudieran estaban invitados a colaborar, si así lo deseaban, aportando comida para un lunch que se ofrecería al final de la Función.     

Yo pertenezco al único coro que va a actuar. En realidad ni siquiera he imaginado nunca cantar en ninguno, ¡y precisamente fue a mí a quien se le ocurrió la idea!… aunque creo que ahora sé por qué.  

  Siempre me ha gustado la música, y la vocal muy en especial; pero mi bagaje en este terreno se ha reducido al canto espontáneo con que acompaño  las distintas actividades de mi vida cotidiana. Sin embargo, en cuanto escuché la convocatoria sentí que eso era exactamente lo que deseaba hacer.    

  Acudí primero a mis amigos más cercanos y me encontré con el frustrante descubrimiento de que a ellos no les interesaba lo más mínimo. Lejos de amilanarme, enseguida pensé que era hora de ampliar horizontes y durante unos días, en los recreos y en los espacios entre clases, me dediqué a charlar aquí y allá con compañeros de distintas aulas. 

  Enseguida encontré gente afín que realmente estaba interesada en el tema. Algunos eran entendidos en el asunto; incluso había quien cursó estudios al respecto. Conjuntamente buscamos el asesoramiento de nuestra profesora de música y ésta accedió amablemente a ayudarnos, ofreciéndose a dirigir nuestro coro.    

  Muy agradecidos y animados por el rumbo que tomaban las cosas, lo primero que hicimos fue determinar con qué voces contábamos para, de este modo, buscar  las que faltaban.  Finalmente el grupo quedó conformado.    

   A partir de ahí establecimos un cuadrante para las prácticas conjuntas y acordamos por escrito una serie de normas y pautas, relativas tanto al grupo como a la vida particular de cada uno de nosotros, que contribuyeran a sacar el máximo partido a nuestros esfuerzos. Se trataba de sanear ciertos hábitos.      

  Convinimos en llevar una alimentación sana y vital, por lo que aceptamos hacernos vegetarianos al menos durante todo el tiempo que iba a durar nuestra asociación. También marcamos para casa unos ritmos de descanso y relajación. Practicamos ejercicios grupales de respiración, de coordinación corporal y espacial…           

   La profesora trajo diversos focos de luces de colores de su propia casa y cada vez que nos reuníamos los distribuía por la sala de música.   

  Fuimos dirigidos a través de visualizaciones, música y fragancias a una experiencia interna de unificación donde nos sentíamos parte de un todo respirante y vivo.

  Bajo su guía trabajábamos el sentimiento de grupo y profundizamos cada vez más en una percepción de unidad que iba mucho más allá de nosotros y que, a través de la música, los aromas y los colores de que nos rodeábamos, nos ligaba al corazón de las demás personas, a la belleza de la Naturaleza, al fluir de una esencia lumínica que parecía impregnarlo y envolverlo todo.     

    Y llegó el momento de incorporar el canto.

  En casa practicábamos ejercicios muy variados orientados en la relajación y uso correcto del diafragma, de las cuerdas vocales, de los huesos de la cara y de la postura del cuello, hombros y cuerpo en general. En fin, todo lo necesario para una reeducación exhaustiva que optimizara los resultados.  

  Cada mañana al levantarnos hacíamos una tabla de ejercicios que incluía el recitado de la escala musical con la ayuda de un diapasón que nos compramos. Era tal el nivel de compromiso adquirido que realmente formamos un equipo fuerte y compacto.  

    Al poco comenzamos a ensayar en el escenario del Salón de Actos. Cantar se convirtió en un regalo, y según íbamos avanzando llegamos a maravillarnos de los resultados obtenidos.

  Le debíamos mucho a nuestra querida profesora, y a esa inmensa gratitud se unía una honda satisfacción por nuestro propio celo. 

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    Así llegamos al día de hoy, en pie sobre el escenario en la ya última representación antes de la final… 

  Un profundo silencio toma entidad cuando nuestra Directora de Coro toca suavemente con la batuta el atril. Apenas es más que una caricia, pero el efecto es inmediato.

  Han acudido algunas personas a vernos y sobre ellos se cierne un manto de quietud y expectación. Nada se mueve, todo parece escuchar…    

 

  Y nace la Voz…   

  Un solo que despliega la estela por la que todas las demás voces comienzan a sumarse en su alado caminar…  

  En este momento sólo soy consciente del ramillete tonal que se eleva desde nuestros corazones… Mi voz realiza sus salidas y entradas de forma automática; pareciera que mi ser se hallara a la vez dentro y fuera de cada sonido, de cada puntada añadida a tan fastuoso encaje vocal.      

  Siento que formo parte de una fuerza que no es sólo la nuestra; advierto el flujo de una Voluntad ajena a nosotros que es inteligente y se hace palpable hasta el punto de tomar forma en el aire, despuntando visible por encima de los que estamos cantando. 

  A cada inflexión o cadencia, con cada pausa, la figura se va delineando más clara a medida que modela una hermosa y refulgente Flor.    

    Veo cómo ésta crece más y más hasta abarcar a la totalidad de los allí presentes, e incluso un poco más.  

  La reconozco como un Lirio de Resurrección del más puro color blanco que abre sus pétalos a la manera de alas extendiéndose, dando la sensación de alcanzar los lugares más recónditos de la Humanidad. 

  En su centro se yerguen estambres de doradas coronas reverberando los dulces acordes, tal si fueran antenas amplificadoras de la más alta sensibilidad.  

  Una sublime vibración envuelve todo el acontecimiento despidiendo en rítmicas oleadas el palpitar de millones y millones de deslumbrantes chispas de Luz.     

  Para mi asombro, distingo el extraordinario movimiento de unos Seres Radiantes que con increíble celeridad reúnen muchas de esas chispas formando gloriosas Flores menores; y observo cómo vierten por el recinto tan valiosa y perfumada carga, al tiempo que trasladan una enorme porción de la misma fuera de él.  

  Admirada con Su quehacer, constato que mi voz continúa su labor conjunta con las otras voces mientras yo me siento espectadora de esa infinitud danzante de color, fragancia y sonido que acompaña tan Majestuoso Despliegue. 

  Cuando finaliza nuestra actuación aún puedo ver los destellos de la Divina Actividad. Ha sido el último ensayo, pero ya desde hoy el Regalo en su plenitud se ha manifestado.         

 

FIN

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