Otras narraciones Independientes

Más abajo tienes un VÍDEO con extractos del contenido

fundidos en una bellísima música y en hermosas imágenes


La historia, fotografía e imágenes y el correspondiente vídeo han sido creados por María José Moreno

Forma parte de un conjunto de Narraciones Independientes las unas de las otras

La música del Vídeo pertenece al espléndido compositor Juan Carlos García

 

«Hemos venido para hacer juntos lo que no podríamos alcanzar por separado». Aquel día un delicioso potajito de lentejas y verduras variadas fue  servido.   


***

Potajito de lentejas 


- « ¡Atención, chicas, es el momento! »

La orgullosa lentejita hablaba con autoridad a sus compañeras. La llamaban Lentilista porque tenía fama de saber mucho. Y puede que así fuera en cierto sentido. Es verdad que le gustaba estar al tanto de todo cuanto se comentaba en un sitio u otro y que buscaba respuestas de forma sincera; no obstante había algo que le faltaba, ¡compasión! Tan creída estaba de sí misma que a menudo se lanzaba a juzgar con desdén. Quizás por eso su apodo era Lentilista y no Lentisabia…   

Se acercaba el mediodía y los preparativos para hacer la comida se habían iniciado en la cocina de la señora Paquita, pero una llamada telefónica se la llevó lejos de los pucheros y del caos imperante en ese momento sobre la encimera.

- « ¡Pronto volverá y por fin nos estrenaremos en nuestra Gloriosa Misión!», exclamó emocionada.

Para ellas había llegado su gran hora; cerca estaba aquello largo tiempo pronosticado por el dicho popular. Se suponía que el mejor destino para cualquier lenteja del mundo era ser cocinada por personas y servida en la ceremonia que las llevaría a iniciarse en un maravilloso viaje… ¡un viaje por el interior del cuerpo de los mismísimos humanos! ¡Qué notable privilegio! Se afirmaba que tal oportunidad era inmejorable para su avance en la vida.  

Pero Lentilista desconocía la mayor parte del proceso. Sobre todo no sabía que en él participaban otros muchos alimentos y que la gracia consistía, precisamente, en mezclar sus sabores y propiedades; ignoraba la necesidad de combinar distintos componentes para obtener una comida nutritiva y sabrosa. 

El problema de nuestra lentejita era que, como ocurre en ocasiones, la falta de un saber profundo le daba un atrevimiento irreverente en vez de abrirla a una mayor disposición de aprendizaje.

Encima, y lo que es aún peor, con ella arrastraba a las demás lentejas del grupo.  

Y es que Lentilista era muy osada, quizás por eso la habían erigido en líder; las demás cómodamente se dejaban llevar por ella. Petulante, decía ser la más dorada y que su forma redonda era ¡la forma más redonda de las formas redondas que podían existir! Se sentía tan culta y madura que cuando a veces tímidamente parecía asomarse la sabia vocecilla de su conciencia, rápidamente la hacía callar.   

Ese día se encontraba formando parte de un puñado de lentejas bien apiñaditas dentro de un tazón de color naranja y a la espera de ser guisadas. ¡Gracias a Dios se habían liberado del paquete donde llevaban tanto tiempo apretujadas! Todas aguardaban impacientes la realización del ansiado propósito de sus vidas: ¡iban a formar parte de un ser humano! La Vida les traía la ocasión de convertirse en un ´potaje´ y, aunque ninguna comprendía exactamente qué era eso o en qué consistía, estaban dispuestas a realizarlo lo mejor posible. Sabían que debían pasar por el proceso del fuego y después… ¡después viajarían hasta las barriguitas de las personas de la casa! ¡Solo eso ya colmaba sus expectativas!

Aguardaban mirando a su alrededor curiosas y con espíritu inquieto.

Vieron esparcidos cerca de la tabla de cortar otro tipo de alimentos de los que ya habían oído hablar. Una variedad de verduras charlaban tranquilamente en voz baja. Parecían estar esperando…, pero esperando… ¿a qué?, ¿qué buscaban? No se explicaban su presencia allí… Ellas eran las invitadas a dar el gran paso, ¿por qué motivo estas entrometidas invadían su terreno?

 Reconocieron tres zanahorias, alguna acelga, un par de calabacines pequeños, un tomate bastante grande, unas cuantas judías verdes y un pimiento. De entre todos, el pimiento fue quien más llamó su atención, puede que por el lustre de su brillante color verde o… ¡No, no era eso!; de él les atraía otra cosa que no sabían descifrar…  

- « ¡Vaya, este pimiento es muy guapo! », exclamaron las lentejitas agradablemente sorprendidas. « ¡En cambio los demás…! » Su tono desdeñoso lo decía todo. « ¡Fijaos! », señaló una de ellas, « ¡fijaos qué calabacines más delgaduchos…! Y el tomate…».

- « ¡Ay, chica!, a ese no se le puede negar que está hermosote», secundó otra lenteja.

- «Bueno, ¡yo diría más bien descomunal! No sé… Le falta… chispa, ¿no os parece? »  

El tazón escuchaba perplejo a las fastidiosas lentejitas.

- “Pero ¿qué os pasa? ¿Por qué os comportáis tan duramente?”, soltó molesto.

Un poco avergonzadas, las lentejas murmuraron vagamente alguna disculpa. En medio de esto la voz del bello pimiento se escuchó serena:

«Creo que sencillamente se sienten confusas». Y volviéndose a las chismosillas criaturas les preguntó: « ¿Acaso no buscáis hacer lo mejor posible vuestra labor? Sabed que para lograr un potaje precisáis de los que aquí estamos o de otros semejantes. Estoy seguro de que cada uno de nosotros desea dar lo mejor de sí mismo. Estas dos pequeñas zanahorias aportan tanta ilusión como su hermana más grande».

Bajando los ojos recatadamente, un breve rubor asomó en las aludidas; eran tres zanahorias que lucían resplandecientes a pesar del reducido tamaño de dos de ellas.

« ¿Y qué decir de los queridos calabacines o de las tiernas judías verdes? Menuditos, es verdad; con todo, traen directamente de la huerta el vigor de nuestro Amado Sol. ¿Es que no es un deleite contar también con ellos? »  

Lentilista estaba sorprendida. Nunca se le habría ocurrido verlo desde esa perspectiva. ¡En un instante los intrusos se convertían en aliados! Sin embargo… ¿cómo era eso? 

- « ¡Ah, pimiento! No tenemos nada en vuestra contra; es que no entendemos por qué estáis aquí. Vamos a entrar en lo que creemos que es el momento más importante de nuestra vida y no deseamos que nada ni nadie lo entorpezca» Y, turbada, calló.

El pimiento comprendía muy bien lo que les pasaba, por eso explicó suavemente:

- «Hemos venido para hacer juntos lo que no podríamos alcanzar por separado. Vosotras, brillantes lentejitas, lleváis salud a los cuerpos que vais a alimentar; pero la mejor forma de conseguirlo es que la experiencia del fuego la compartáis con otro tipo de alimentos más frescos. Esto facilita la digestión en los humanos. En realidad nos ayudamos mutuamente porque así también los demás realizamos nuestro cometido».  

- “¡Pensé que éramos nosotras quienes nos transformaríamos en potaje!”, respondió.

- “Y lo haréis. Sin embargo en un buen potaje el principal ingrediente es tan importante como los complementos. De hecho, no se llamaría ´potaje´ si no fuera por ellos. Somos privilegiados de contribuir a renovar el cuerpo de los seres humanos. Es lo más alto que conocemos… de momento. Después, ¡quién sabe lo que vendrá!; tan plena es esta aspiración que tiempo habrá para descubrir metas mayores. Este es nuestro presente y en él vemos que nos necesitamos los unos a los otros. Si hacemos lo correcto y si nos abrimos a las sutiles indicaciones de la Vida comprendemos que obramos en equipo”.

Un campanilleo sonó en la conciencia de Lentilista… ¡Claro!, ¡formaban parte de un ´todo´ mayor! Si querían cumplimentar lo mejor posible su empeño, debían contar los unos con los otros. « ¡Entonces es que de alguna manera somos como UNO SOLO! », reflexionó.

Se dio cuenta de lo mucho que le quedaba por descubrir y del daño que su ignorancia podía causar en otros. De su interior brotó la Llama de la Compasión que le hizo ver las cosas de un modo distinto; le hizo mirar a los sujetos allí reunidos como compañeros de viaje, ¡compañeros con los que se podía compartir, aprender y disfrutar!  

Cuando la señora Paquita volvió, el milagro se produjo. 

Aquel día un delicioso potajito de lentejas y verduras variadas fue servido como plato principal.

Los comensales bendijeron la mesa dando gracias a Dios, a la Divinidad dentro de los seres participantes en todo el proceso alimenticio: desde la misma formación y diseño de cada semilla y fruto, hasta la recogida, distribución y transformación de los mismos; seres angélicos, elementales y humanos que con su amor expandían conjuntamente la Luz de la Creación a través de esos alimentos y de las actividades derivadas de ellos.

Fue una ceremonia de iniciación para las lentejitas y sus compañeros llena de alegría y gratitud. Y ¡ah!... ¡En dicho proceso incluso Lentilista se convirtió un poco más en ´Lentisabia´!  


FIN

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